Un
matrimonio es un contrato jurídico y, en nuestra cultura, se suele llevar a
cabo entre seres humanos que se aman. Lo que estas dos personas sienten la una
por la otra, son ellas mismas, seguramente, las que mejor lo saben.
En cuanto al ámbito jurídico, corresponde a las personas profesionales del derecho, juzgar; y al resto, atenernos a las sentencias.
En cuanto al ámbito jurídico, corresponde a las personas profesionales del derecho, juzgar; y al resto, atenernos a las sentencias.
En estas
semanas, la cúpula de la iglesia católica en España está difundiendo un texto
bajo el título: “La verdad del amor humano”. En él se declara “injusta” la
legislación recientemente ratificada sobre la cuestión de los matrimonios entre
personas del mismo sexo.
El
contenido de este texto se va a divulgar en todo los ámbitos en los que la
iglesia católica tiene potestad, incluidos centros de educación Infantil,
Primaria, y Secundaria públicos y concertados. En las clases de religión
católica se explicará “la verdad del amor humano”, según la conferencia
episcopal española. Lo hará profesorado pagado con dinero público y
seleccionado por el arzobispado sin ninguna prueba de oposición pública.
Independientemente
de la dudosa legitimidad de todo este entramado, hay una reflexión que no
podemos evitar hacer: alguien que piensa que hay una única verdad sobre
el ser humano, es posible que nunca se haya acercado verdaderamente a los seres
humanos; probablemente, tampoco al amor; ni menos aún, a la verdad.