La crisis de nuestro sistema económico pone de manifiesto
las injusticias intrínsecas a este, así como las lacras de nuestros valores y
de nuestra cultura, también en crisis.
El reparto desequilibrado de la riqueza, del beneficio
empresarial y financiero, y la perversa gestión del dinero público, son los
principales puntos de mira de los cada vez más numerosos actos reivindicativos
de los movimientos sociales y políticos, y de millones de ciudadanas y
ciudadanos anónimos.
Los despidos más baratos, el aumento del paro, la
disminución de los subsidios y prestaciones sociales en educación, sanidad,
dependencia… provocan el aumento y endurecimiento de las condiciones de vida de
la población. Y, aunque de forma silenciosa, este endurecimiento es
especialmente agresivo para las vidas de las mujeres; las políticas
neoliberales están repercutiendo alarmantemente en la acumulación de trabajos
de cuidados en los hogares que, mayoritariamente, siguen realizando las
mujeres.
Los medios de comunicación hablan del incremento de los
desahucios, paro, y, quizá con menos frecuencia, de las filas en los albergues
y del hacinamiento de varias generaciones familiares en un solo domicilio. A
penas se ha nombrado, sin embargo, el hecho de que desde 2008,
prácticamente se ha duplicado el número de mujeres que ejercen prostitución en
España, una lacra machista que se ejerce en un 90% contra la población
femenina.
Este sistema en que vivimos, que reacciona ante la crisis
precarizando en tal grado las condiciones de vida de las mujeres, es un sistema
sexista que ejerce violencia contra estas; un sistema que asume la desigualdad
y el machismo, porque en ellos se ha sustentado hasta el momento su propia existencia.
Asociación feminista Desideria Giménez